1. Conciliación
La conciliación es uno de los debates que está sobre la mesa. ¿Qué medidas creéis que deberían tomarse para conseguir que deje de ser una utopía?
E.P.: Sin duda lo primero son las medidas de cambio ideológico y, por tanto, conseguir que se considere normal que los hombres hagamos tareas de cuidado y crianza habitualmente y que además seamos responsables de su gestión. No basta con hacer sino además hay que saber qué hacer y cómo, entonces la tarea y su responsabilidad de hacerla lo mejor posible empiezan a ser tuya. Esto significa información y formación sobre igualdad para los hombres. A veces es tan sencillo como que los hombres empecemos a ser conscientes de que lo que no hacemos nosotros por tiempo, “escaqueo” o vaguería se lo cargamos a la otra parte contratante.
Por supuesto, además hay que implementar infinidad de las medidas estructurales en el gobierno (legislativas) y en las empresas (algunas ya han comenzado porque se han dado cuenta de las ventajas productivas). Por poner ejemplos: La racionalización y flexibilización de los horarios, la equiparación de los permisos de maternidad y paternidad (esto cambia el paradigma tradicional del desequilibrio en los cuidados), programas de canguros/as y guarderías en empresas y eventos (para asumir la realidad de que los más pequeños también están), etc.
J.D.: ¿Medidas para conciliar? Querer uno y que quieran los que diseñan nuestras vidas. La conciliación requiere dos cambios: el externo y el interno.
Cambio externo: Es la voz ajena que tradicionalmente es la voz del hombre, la del padre, la del que manda y ordena. Es la del arquitecto que dibujó en vertical y cuya voz ha sido perpetuada generación tras generación enquistando las posibilidades de conciliación.
El cambio externo es la política y los políticos que son los custodios del programa heredado que cuestiona la validez de la mujer confinándola a ser un algo y no un alguien igual al hombre. La producción y reproducción del guión heredado sólo funciona manteniendo la desigualdad de género.
Para conciliar de verdad se necesita conciencia de quién tiene el poder, de ver su papel cómplice bloqueando la generación de políticas justas e igualitarias trabando así la contratación, evaluación, promoción y retribución de la mujer.
Cambio interno: Es la voz propia, la de cada uno, la no impostada por la voz ajena, es la de la autenticidad pero que tradicionalmente ha sido ahogada en pos del diseño vertical y desigual.
Como todo camino, comienza con uno mismo, con darse permiso a escuchar lo que como seres humanos necesitamos para ser felices y para muchos pasa por estar junto a nuestras familias y trabajar de manera equilibrada y no sometida.
No es sencillo desprogramarnos y tomar conciencia de que somos marionetas que obedecen un esquema perverso de producción y reproducción, heredando consignas de obediencia y sometimiento social, laboral o familiar. Y duele.
Duele tanto que necesitamos anestesias fuertes para soportar el sufrimiento de resignarnos a no ser lo que deseamos para nosotros y nuestros hijos e hijas. Ya sean drogas, alcohol, comida, sexo, pantallas, marcas, destinos o ascensos, las anestesias nos mantienen atontados, dormidos y abotargados, consintiendo así el mantenimiento de la desigualdad. Y como las anestesias cuestan dinero necesitamos invertir más tiempo en el trabajo para pagar estos antídotos de las heridas que nos genera.
Así, para conciliar de verdad hay que tomar conciencia de la programación propia, renunciar vivir en pos de y para las anestesias que genera y para ello hay que querer, desde dentro, no por imposición o postureo.
Conciliar es amar y es amarse y ello implica un despertar interno, un pensar diferente, un sentir diferente y un hacer diferente y eso solo puede suceder desde la toma de conciencia de la propia programación y el hacer algo al respecto para cambiar las cosas.
Solución: A efectos prácticos en nuestro país es plantear iniciativas que igualen los permisos de nacimiento y adopción de modo que sean iguales e intransferibles para evitar que sea más beneficioso para las organizaciones contratar a un hombre. Y una vez que desde fuera se aprueben medidas así entonces será más fácil el cambio interno. Desde #siloshombreshablasen coincidimos así con la propuesta de PPiiNA por ser la que mejor representa los valores de igualdad, corresponsabilidad y por tanto, humanidad.
2. Corresponsabilidad
La corresponsabilidad es pieza indispensable para lograr alcanzar la conciliación y es el eje que ha centrado nuestra encuesta #somosequipo, ¿qué nos falta en este país para ser corresponsables?
E.P.: Creo que ya queda dicho antes, pero por completar: lo que nos queda es la toma de conciencia de esas responsabilidades, hacerlas también nuestras y no un favor especial a nuestras compañeras. Ya no es “que suerte tienes con tu chico que te hace las cosas…” sino “ que bien que has elegido a alguien que sabe compartir de verdad las cargas y disfrutes del cuidado y que lo hace dándole valor y una sonrisa”.
J.D.: Yo no soy más que tú. Tú no eres menos que yo. Sólo teniendo esto claro podremos entender que el tiempo del hombre, la acción del hombre, el trabajo del hombre, el ocio del hombre y la felicidad del hombre nunca puede ser más importante que el de la mujer. ¿Qué nos falta para ser corresponsables? Empatía, discernimiento y acciones que demuestren ambas.
Tomar conciencia que las parejas son un acuerdo de solidaridad, un reparto equilibrado de recursos y responsabilidades y que las mujeres no nacen con un gen especial para planchar, coser, cocinar, ir a la tutoría o al pediatra. Que eso es cultural y por tanto se aprende y que a los hombres nos toca darnos cuenta de que la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha ido acompañada en la misma medida de la incorporación del hombre al mundo del hogar, la crianza y los cuidados.
3. Las tareas invisibles
El 54,4% de las mujeres son la responsables de las tareas invisibles frente al 16,9% de los hombres. ¿Cómo hombres os sorprende este dato?
E.P: Me parece incluso alta la participación masculina, hay que entender que tenemos por costumbre contar y representar mucho todo lo que hacemos y hacer muy visible todo el esfuerzo realizado, promocionando la tarea realizada: “Mirar que pedazo de paella me ha quedado”, “si es que cada vez me quedan los pañales más perfectos”.
J.D.: No, no puede ser sorpresa. Para nadie. Todos lo vemos. El que no quiera verlo es por conveniencia. Hay tarea. Tenemos tarea. Todos. Nosotros los primeros pues debemos tomar conciencia de la complicidad con el diseño heredado que inconscientemente nos lleva a escaquearnos aunque sea de manera sutil priorizando nuestro trabajo o nuestros sentires al de las tareas domésticas o de crianza.
4. Hombres que concilian
¿Cómo se trata al padre que quiere conciliar? ¿Está mal visto en el entorno laboral, se les mira de reojo?
E.P: Pues es muy impresionante no sólo que los hombres no alcancemos las cuotas mínimas de conciliación y justo reparto de tareas , pero más alucinante es la resistencia masculina en forma de queja o burla frente a los hombres que si cumplen con la justicia y la igualdad. Estamos todavía un poco lejos de un apoyo limpio a los cuidados y las tareas compartidas sin reproches ni alabanzas. Se critica al hombre igualitario o se le pone bajo sospecha o por el otro lado se le tarta mal por quien sabe que su cambio es su perdición y su desvelamiento del “escaqueo”: Si el marido de mi amiga lo hace porque tú no…
J.D.: Hay simpatía social a quién concilia, porque queda bien. Hay quién saca tajada por ser más guays porque hacemos esto y aquello que comparado con el resto es bastante y sacamos réditos en forma de reconocimiento y aprobación. Me he visto ahí… y me da vergüenza. Qué atentos debemos estar. Pero a nivel laboral claro que puede estar mal visto y hasta castigado. Siempre hay quién no puede soportar ver a otros conseguir o luchar por lo que uno no ha logrado y entiende como falta de compromiso con la empresa como si para la empresa fuésemos algo más que productos que producen.
Hasta los amigos y entornos sociales a menudo penan la vida familiar desprestigiándola incluso denigrándola como vestigios de épocas pasadas como si no querer producir para otros fuese un atraso y una falta de ambición en la vida. A menudo querer ser feliz a través de los afectos y no de los logros o de los entretenimientos egoicos no se percibe como madurez sino como simpleza o no ser moderno o progresista.
Por ello apoyamos iniciativas como la de #papiconcilia, difundiendo su trabajo y la enorme cantidad de testimonios sobre conciliación para que cada vez más hombres vean modelos positivos de conciliación de gente normal y corriente y el camino que han seguido para conseguirla.
5. La educación
Frases como “qué alegría que te ayude”, “tienes mucha suerte”, se siguen oyendo en la calle. La educación en la igualdad es fundamental. ¿Pero de qué manera?
E.P: Son muchas preguntas en una. Como decía, el tiempo de la igualdad en la diversidad y la igualdad entre los sexos es todavía un proyecto, con lo que los cambios o se aplauden o se abuchean en lugar de integrarlos y normalizarlos. La forma de educar en igualdad debería ser integral, desde la escuela, la casa, las instituciones, la televisión, las empresas, etc. Sin embargo y a pesar de tener más leyes que antes para alcanzar esa igualdad, la sociedad no ha reaccionado y la prevención de las violencias machistas y, por lo tanto, la continuidad de las diferencias discriminativas, son un hecho y no terminan de cambiar.
En cambio, el “igualismo” crece, esa tendencia de muchas personas, algunas incluso en medios de comunicación, que hace mofa de la igualdad, que dicen que las mujeres son tan violentas y machistas como los hombres, o se ríen de quienes denuncian un anuncio sexista o porque piensan que la igualdad ya se consiguió y llaman extremistas o “feminacis” a quienes trabajamos en ella y tenemos tolerancia 0 frente al machismo invisible.
J.D.: Hay que acabar con el concepto “ayudar a la mujer” pues implica que la tarea es de ella y él es ese santo varón al que hay que hacer la ola por llevar un plato a la cocina y cambiar un pañal. Y sí, la educación en igualdad no sólo es fundamental, es clave y es una responsabilidad social y personal que debemos aprender, practicar y transmitir. No educar en igualdad es aceptar la desigualdad y por tanto ser cómplice de la misma, porque manteniéndola se la nutre. Así crece y aumenta. Si queremos combatir la desigualdad, pero de verdad, urge practicarla y educar en ella.
6. La baja de paternidad
¿Cómo valoráis el aumento a un mes de la baja de paternidad? ¿Cuál debería ser el final?
E.P.: El avance es positivo. Sin embargo queda mucho camino hasta la equiparación de permisos iguales e intransferibles, que garanticen la igualdad frente al trabajo y la crianza. Estas medidas deberían ir acompañadas de más información sobre lo que podemos hacer en ese mes, es un tiempo para compartir, trabajar en equipo y disfrutar de nuestro bebé.
J.D.: El aumento de 2 semanas es bueno… A priori. Es más de lo que había y eso a cualquier padre hoy le permite: mejorar en los cuidados, acompañar el puerperio y proteger la diada madre-bebé. Con respecto a lo que había antes claro que es mejor pero nuestra sensación es que esta medida es populista, electoralista y no mira el asunto en profundidad. Hoy por hoy vemos que la propuesta de la PPiiNA es la que más refleja un sentir y vivir en igualdad.
A nivel personal y como psicólogo perinatal siento que lo ideal es la plena protección de la diada alargando el máximo posible el puerperio, la lactancia materna a demanda y practicando una crianza basada en el apego seguro (siempre que la mujer elija ese modelo de crianza). En caso contrario, que el padre u otro/a cuidador/a tenga también la opción de generar un vínculo de apego sólido y sano. Lamentablemente la configuración legal, laboral, económica o las pautas pedagógicas y estilos de crianza más extendidos no facilitan ninguna de estas dos opciones. En países como Alemania se entienden estos planteamientos y el gobierno los facilita a nivel estructural. España podía tomar nota.
7. Reparto de tareas
Llevar las cuentas del hogar, cocinar, hacer la comprar y el baño de los hijos por este orden, son las tareas con mayor porcentaje de hombres como responsable principal. ¿Por qué pensáis que ocurre esto? ¿Por qué le cuesta al hombre tomar el mando en otras cuestiones?
E.P.: Lo de las cuentas está claro, es el poder económico símbolo de otros poderes y dominaciones. La cocina gracias a Arguiñano ya no es un misterio para ningún hombre y casi todos presumen de sus habilidades, aunque luego a muchos se les olvide fregar, recoger y limpiar todo después de la exhibición de “masterchef”. La compra es uno de los cambios de estos brotes verdes de igualdad pero falta saber quien hizo la lista. El baño con presencia del padre es un momento de cuidado y una gran victoria en el avance de los cuidados. Pero queda la otra parte lo que no se hace porque no se ve: no tiene el mismo valor de representación y poder poner la mesa o hacer un guiso que limpiar un water, es como si en la casa hubiera dos categorías de tareas unas invisibles y otras visibles. A los hombres nos queda conquistar las invisibles o las menos valoradas pero fundamentales.
J.D.: Llevar las cuentas implica poder y control por lo que coincide con el guión heredado. Hacerlas no es un gran cambio para el hombre. El prestigio que hace ya tiempo se le confiere a la profesión del cocinero hombre nuevamente encaja con el modelo patriarcal alimentado además por modelos televisivos narcisistas y arribistas.
También la cocina es una de las áreas naturales y más fácil de asunción para el hombre pues es placentero para sus sentidos y el hombre viene de una situación privilegiada en donde está más habituado a comportamientos hedonistas. Tampoco es un gran aquel para el hombre cocinar, es algo bueno pero ha de ser natural ser capaz de preparar comida saludable para él y su familia.
Hacer la compra implica de nuevo control y poder pero también hedonismo. Hacer gasto justifica el exceso de trabajo en detrimento de las tareas domésticas y además mola comprarse las cosas que a uno le gusta. Hacer la compra es parte del mínimo que tenemos que hacer.
Y sobre el baño con las criaturas, pues si te bañas con ellas es también divertido y puede ser relajante y favorecer el vínculo. Es otro mínimo a hacer.
Muchas otras tareas cuestan más porque implican un cambio sustancial del guión. Fregar, lavar ropa, tender, planchar, coser, limpiar en profundidad baño o cocina, ir a la tutoría o reunión pedagógica del colegio, al pediatra, cortar las uñas, ordenación de la ropa, recogida de la escuela, informarse sobre nutrición, educación, pedagogías o búsqueda de grupos de apoyo para la crianza y tantas otras cosas que mayoritariamente hace la mujer por ser parte de un modelo que urge verlo como caduco y obsoleto y que debemos superar.
8. Feminismo
Una sociedad que concilia es una sociedad igualitaria, ¿deberíamos ser todos feministas?
E. P.: Sin duda. Los Feminismos son muchos pero todos abogan por una sociedad más igualitaria y justa y esa debería ser tarea común para mujeres y hombres.
J.D: Sí, efectivamente, todos debiéramos ser feministas. Yo al menos así me he declarado públicamente hace 5 años y fue una de las primeras cosas que introduje en los grupos presenciales de #siloshombreshablasen hace 3 años y así he tenido que hacerlo en numerosas ocasiones y sigo haciéndolo pues nadie mejor que el feminismo ha luchado y lucha por una sociedad de pares y de iguales en derechos y oportunidades.
Y es la razón principal por la que creo que es importante que los hombres nos posicionemos como feministas entendiendo lo que es el feminismo y sumándonos al cambio que desde ahí se intenta realizar y que no ha llegado aún. Creo fundamental vivir en el activismo y eso es participar de las acciones y apoyar a quienes las representan no circunscribiéndolo a los “me gusta” de las redes y a los antagonismos y alborotos del que se nutren tantas personas para cubrir necesidades personales de reconocimiento, para hacerse publicidad de sus emprendimientos o ganar adhesión social, apoyo emocional o sencillamente ser oído.
Por ello mi feminismo y mi deseo de una construcción de una masculinidad igualitaria me llevó a crear #siloshombreshablasen y a apoyar y hacerme socio, con orgullo, de iniciativas a las que animo apoyar como las de:
¿Consideráis que a las mujeres les cuesta delegar o esto es parte de una leyenda urbana?
E.P.: Siempre hay un depende en estas cuestiones, pero si hablamos de realidades estadísticas sin duda todavía hay ciertas resistencias a delegar y en especial en temas relacionados con la crianza. En realidad tiene una explicación psico-social, las tareas, el hogar y la crianza son durante milenios el único reino de poder de las mujeres y que los hombres entren en él aunque sea con el sano propósito de compartir la carga y hacer las cosas en justicia, sigue generando cierto recelo y resistencia.
J.D.: Siempre cuesta delegar cualquier tarea que uno esté acostumbrado a hacer y el otro no. Delegar implica confianza, paciencia, acompañamiento y cierta relación de paridad que rara vez ocurre en la vida. No creo que sea una cuestión de género sino de generosidad , de humanidad y de autocuidado.
10. Medidas a tomar
Y por último, ¿cuál es el paso más urgente que debería darse?
E.P.: La educación. La prevención de los machismos. Invertir en Igualdad y en justicia social.
J.D.: Si buscamos la igualdad, si creemos en la conciliación y optamos por la corresponsabilidad el paso más urgente es preguntarse ¿qué puedo hacer yo para generar el cambio? El cambio ha de nacer en uno mismo y ver que puede aportar más allá de conversaciones, retuitear, dar “me gusta” o despellejar a los demás a nivel político o virtual. Personalmente pienso que tiene sentido construir difundiendo y apoyando a quién lleva tiempo trabajando en divulgar y proponer medidas reales y tangibles de cambio.
Emprendimientos como el de El Parto es Nuestro cuyo trabajo amplia el conocimiento y comprensión de las primeras violencias y desigualdades de la vida de los seres humanos. Es necesario informarse de lo que les pasa a las mujeres, a los bebés y en menor medida pero también a los hombres en los procesos de concepción, gestación, parto, puerperio y crianza de nuestras familias y tomar conciencia de dicha violencia y desigualdad para ver como erradicarla de una vez. Un paso es asociarse para promover el trabajo que hacen.
Asociarse a la PPiiNA, la plataforma principal que ha conseguido poner este debate en el congreso y se está hoy estudiando va a necesitar de más apoyos y recursos que podemos poner quienes creemos de corazón en que urge hablar de igualdad, conciliación y corresponsabilidad.
Apoyar el trabajo de las asociaciones de hombres como AHIGE que luchamos para dar voz a un nuevo tipo de hombre trabaja en desprogramar el modelo heredado y necesita crecer para ofrecer un espacio de deconstrucción de la masculinidad tradicional en pos de una más igualitaria, justa y amable para con nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
En suma, hacer algo, ya, hoy y no postergándolo por ser una lectura densa sino abrazando un movimiento necesario y urgente que afecta a la salud y al bienestar de nuestras familias.
La conciliación es uno de los debates que está sobre la mesa. ¿Qué medidas creéis que deberían tomarse para conseguir que deje de ser una utopía?
E.P.: Sin duda lo primero son las medidas de cambio ideológico y, por tanto, conseguir que se considere normal que los hombres hagamos tareas de cuidado y crianza habitualmente y que además seamos responsables de su gestión. No basta con hacer sino además hay que saber qué hacer y cómo, entonces la tarea y su responsabilidad de hacerla lo mejor posible empiezan a ser tuya. Esto significa información y formación sobre igualdad para los hombres. A veces es tan sencillo como que los hombres empecemos a ser conscientes de que lo que no hacemos nosotros por tiempo, “escaqueo” o vaguería se lo cargamos a la otra parte contratante.
Por supuesto, además hay que implementar infinidad de las medidas estructurales en el gobierno (legislativas) y en las empresas (algunas ya han comenzado porque se han dado cuenta de las ventajas productivas). Por poner ejemplos: La racionalización y flexibilización de los horarios, la equiparación de los permisos de maternidad y paternidad (esto cambia el paradigma tradicional del desequilibrio en los cuidados), programas de canguros/as y guarderías en empresas y eventos (para asumir la realidad de que los más pequeños también están), etc.
J.D.: ¿Medidas para conciliar? Querer uno y que quieran los que diseñan nuestras vidas. La conciliación requiere dos cambios: el externo y el interno.
Cambio externo: Es la voz ajena que tradicionalmente es la voz del hombre, la del padre, la del que manda y ordena. Es la del arquitecto que dibujó en vertical y cuya voz ha sido perpetuada generación tras generación enquistando las posibilidades de conciliación.
El cambio externo es la política y los políticos que son los custodios del programa heredado que cuestiona la validez de la mujer confinándola a ser un algo y no un alguien igual al hombre. La producción y reproducción del guión heredado sólo funciona manteniendo la desigualdad de género.
Para conciliar de verdad se necesita conciencia de quién tiene el poder, de ver su papel cómplice bloqueando la generación de políticas justas e igualitarias trabando así la contratación, evaluación, promoción y retribución de la mujer.
Cambio interno: Es la voz propia, la de cada uno, la no impostada por la voz ajena, es la de la autenticidad pero que tradicionalmente ha sido ahogada en pos del diseño vertical y desigual.
Como todo camino, comienza con uno mismo, con darse permiso a escuchar lo que como seres humanos necesitamos para ser felices y para muchos pasa por estar junto a nuestras familias y trabajar de manera equilibrada y no sometida.
No es sencillo desprogramarnos y tomar conciencia de que somos marionetas que obedecen un esquema perverso de producción y reproducción, heredando consignas de obediencia y sometimiento social, laboral o familiar. Y duele.
Duele tanto que necesitamos anestesias fuertes para soportar el sufrimiento de resignarnos a no ser lo que deseamos para nosotros y nuestros hijos e hijas. Ya sean drogas, alcohol, comida, sexo, pantallas, marcas, destinos o ascensos, las anestesias nos mantienen atontados, dormidos y abotargados, consintiendo así el mantenimiento de la desigualdad. Y como las anestesias cuestan dinero necesitamos invertir más tiempo en el trabajo para pagar estos antídotos de las heridas que nos genera.
Así, para conciliar de verdad hay que tomar conciencia de la programación propia, renunciar vivir en pos de y para las anestesias que genera y para ello hay que querer, desde dentro, no por imposición o postureo.
Conciliar es amar y es amarse y ello implica un despertar interno, un pensar diferente, un sentir diferente y un hacer diferente y eso solo puede suceder desde la toma de conciencia de la propia programación y el hacer algo al respecto para cambiar las cosas.
Solución: A efectos prácticos en nuestro país es plantear iniciativas que igualen los permisos de nacimiento y adopción de modo que sean iguales e intransferibles para evitar que sea más beneficioso para las organizaciones contratar a un hombre. Y una vez que desde fuera se aprueben medidas así entonces será más fácil el cambio interno. Desde #siloshombreshablasen coincidimos así con la propuesta de PPiiNA por ser la que mejor representa los valores de igualdad, corresponsabilidad y por tanto, humanidad.
2. Corresponsabilidad
La corresponsabilidad es pieza indispensable para lograr alcanzar la conciliación y es el eje que ha centrado nuestra encuesta #somosequipo, ¿qué nos falta en este país para ser corresponsables?
E.P.: Creo que ya queda dicho antes, pero por completar: lo que nos queda es la toma de conciencia de esas responsabilidades, hacerlas también nuestras y no un favor especial a nuestras compañeras. Ya no es “que suerte tienes con tu chico que te hace las cosas…” sino “ que bien que has elegido a alguien que sabe compartir de verdad las cargas y disfrutes del cuidado y que lo hace dándole valor y una sonrisa”.
J.D.: Yo no soy más que tú. Tú no eres menos que yo. Sólo teniendo esto claro podremos entender que el tiempo del hombre, la acción del hombre, el trabajo del hombre, el ocio del hombre y la felicidad del hombre nunca puede ser más importante que el de la mujer. ¿Qué nos falta para ser corresponsables? Empatía, discernimiento y acciones que demuestren ambas.
Tomar conciencia que las parejas son un acuerdo de solidaridad, un reparto equilibrado de recursos y responsabilidades y que las mujeres no nacen con un gen especial para planchar, coser, cocinar, ir a la tutoría o al pediatra. Que eso es cultural y por tanto se aprende y que a los hombres nos toca darnos cuenta de que la incorporación de la mujer al mundo laboral no ha ido acompañada en la misma medida de la incorporación del hombre al mundo del hogar, la crianza y los cuidados.
3. Las tareas invisibles
El 54,4% de las mujeres son la responsables de las tareas invisibles frente al 16,9% de los hombres. ¿Cómo hombres os sorprende este dato?
E.P: Me parece incluso alta la participación masculina, hay que entender que tenemos por costumbre contar y representar mucho todo lo que hacemos y hacer muy visible todo el esfuerzo realizado, promocionando la tarea realizada: “Mirar que pedazo de paella me ha quedado”, “si es que cada vez me quedan los pañales más perfectos”.
J.D.: No, no puede ser sorpresa. Para nadie. Todos lo vemos. El que no quiera verlo es por conveniencia. Hay tarea. Tenemos tarea. Todos. Nosotros los primeros pues debemos tomar conciencia de la complicidad con el diseño heredado que inconscientemente nos lleva a escaquearnos aunque sea de manera sutil priorizando nuestro trabajo o nuestros sentires al de las tareas domésticas o de crianza.
4. Hombres que concilian
¿Cómo se trata al padre que quiere conciliar? ¿Está mal visto en el entorno laboral, se les mira de reojo?
E.P: Pues es muy impresionante no sólo que los hombres no alcancemos las cuotas mínimas de conciliación y justo reparto de tareas , pero más alucinante es la resistencia masculina en forma de queja o burla frente a los hombres que si cumplen con la justicia y la igualdad. Estamos todavía un poco lejos de un apoyo limpio a los cuidados y las tareas compartidas sin reproches ni alabanzas. Se critica al hombre igualitario o se le pone bajo sospecha o por el otro lado se le tarta mal por quien sabe que su cambio es su perdición y su desvelamiento del “escaqueo”: Si el marido de mi amiga lo hace porque tú no…
J.D.: Hay simpatía social a quién concilia, porque queda bien. Hay quién saca tajada por ser más guays porque hacemos esto y aquello que comparado con el resto es bastante y sacamos réditos en forma de reconocimiento y aprobación. Me he visto ahí… y me da vergüenza. Qué atentos debemos estar. Pero a nivel laboral claro que puede estar mal visto y hasta castigado. Siempre hay quién no puede soportar ver a otros conseguir o luchar por lo que uno no ha logrado y entiende como falta de compromiso con la empresa como si para la empresa fuésemos algo más que productos que producen.
Hasta los amigos y entornos sociales a menudo penan la vida familiar desprestigiándola incluso denigrándola como vestigios de épocas pasadas como si no querer producir para otros fuese un atraso y una falta de ambición en la vida. A menudo querer ser feliz a través de los afectos y no de los logros o de los entretenimientos egoicos no se percibe como madurez sino como simpleza o no ser moderno o progresista.
Por ello apoyamos iniciativas como la de #papiconcilia, difundiendo su trabajo y la enorme cantidad de testimonios sobre conciliación para que cada vez más hombres vean modelos positivos de conciliación de gente normal y corriente y el camino que han seguido para conseguirla.
5. La educación
Frases como “qué alegría que te ayude”, “tienes mucha suerte”, se siguen oyendo en la calle. La educación en la igualdad es fundamental. ¿Pero de qué manera?
E.P: Son muchas preguntas en una. Como decía, el tiempo de la igualdad en la diversidad y la igualdad entre los sexos es todavía un proyecto, con lo que los cambios o se aplauden o se abuchean en lugar de integrarlos y normalizarlos. La forma de educar en igualdad debería ser integral, desde la escuela, la casa, las instituciones, la televisión, las empresas, etc. Sin embargo y a pesar de tener más leyes que antes para alcanzar esa igualdad, la sociedad no ha reaccionado y la prevención de las violencias machistas y, por lo tanto, la continuidad de las diferencias discriminativas, son un hecho y no terminan de cambiar.
En cambio, el “igualismo” crece, esa tendencia de muchas personas, algunas incluso en medios de comunicación, que hace mofa de la igualdad, que dicen que las mujeres son tan violentas y machistas como los hombres, o se ríen de quienes denuncian un anuncio sexista o porque piensan que la igualdad ya se consiguió y llaman extremistas o “feminacis” a quienes trabajamos en ella y tenemos tolerancia 0 frente al machismo invisible.
J.D.: Hay que acabar con el concepto “ayudar a la mujer” pues implica que la tarea es de ella y él es ese santo varón al que hay que hacer la ola por llevar un plato a la cocina y cambiar un pañal. Y sí, la educación en igualdad no sólo es fundamental, es clave y es una responsabilidad social y personal que debemos aprender, practicar y transmitir. No educar en igualdad es aceptar la desigualdad y por tanto ser cómplice de la misma, porque manteniéndola se la nutre. Así crece y aumenta. Si queremos combatir la desigualdad, pero de verdad, urge practicarla y educar en ella.
6. La baja de paternidad
¿Cómo valoráis el aumento a un mes de la baja de paternidad? ¿Cuál debería ser el final?
E.P.: El avance es positivo. Sin embargo queda mucho camino hasta la equiparación de permisos iguales e intransferibles, que garanticen la igualdad frente al trabajo y la crianza. Estas medidas deberían ir acompañadas de más información sobre lo que podemos hacer en ese mes, es un tiempo para compartir, trabajar en equipo y disfrutar de nuestro bebé.
J.D.: El aumento de 2 semanas es bueno… A priori. Es más de lo que había y eso a cualquier padre hoy le permite: mejorar en los cuidados, acompañar el puerperio y proteger la diada madre-bebé. Con respecto a lo que había antes claro que es mejor pero nuestra sensación es que esta medida es populista, electoralista y no mira el asunto en profundidad. Hoy por hoy vemos que la propuesta de la PPiiNA es la que más refleja un sentir y vivir en igualdad.
A nivel personal y como psicólogo perinatal siento que lo ideal es la plena protección de la diada alargando el máximo posible el puerperio, la lactancia materna a demanda y practicando una crianza basada en el apego seguro (siempre que la mujer elija ese modelo de crianza). En caso contrario, que el padre u otro/a cuidador/a tenga también la opción de generar un vínculo de apego sólido y sano. Lamentablemente la configuración legal, laboral, económica o las pautas pedagógicas y estilos de crianza más extendidos no facilitan ninguna de estas dos opciones. En países como Alemania se entienden estos planteamientos y el gobierno los facilita a nivel estructural. España podía tomar nota.
7. Reparto de tareas
Llevar las cuentas del hogar, cocinar, hacer la comprar y el baño de los hijos por este orden, son las tareas con mayor porcentaje de hombres como responsable principal. ¿Por qué pensáis que ocurre esto? ¿Por qué le cuesta al hombre tomar el mando en otras cuestiones?
E.P.: Lo de las cuentas está claro, es el poder económico símbolo de otros poderes y dominaciones. La cocina gracias a Arguiñano ya no es un misterio para ningún hombre y casi todos presumen de sus habilidades, aunque luego a muchos se les olvide fregar, recoger y limpiar todo después de la exhibición de “masterchef”. La compra es uno de los cambios de estos brotes verdes de igualdad pero falta saber quien hizo la lista. El baño con presencia del padre es un momento de cuidado y una gran victoria en el avance de los cuidados. Pero queda la otra parte lo que no se hace porque no se ve: no tiene el mismo valor de representación y poder poner la mesa o hacer un guiso que limpiar un water, es como si en la casa hubiera dos categorías de tareas unas invisibles y otras visibles. A los hombres nos queda conquistar las invisibles o las menos valoradas pero fundamentales.
J.D.: Llevar las cuentas implica poder y control por lo que coincide con el guión heredado. Hacerlas no es un gran cambio para el hombre. El prestigio que hace ya tiempo se le confiere a la profesión del cocinero hombre nuevamente encaja con el modelo patriarcal alimentado además por modelos televisivos narcisistas y arribistas.
También la cocina es una de las áreas naturales y más fácil de asunción para el hombre pues es placentero para sus sentidos y el hombre viene de una situación privilegiada en donde está más habituado a comportamientos hedonistas. Tampoco es un gran aquel para el hombre cocinar, es algo bueno pero ha de ser natural ser capaz de preparar comida saludable para él y su familia.
Hacer la compra implica de nuevo control y poder pero también hedonismo. Hacer gasto justifica el exceso de trabajo en detrimento de las tareas domésticas y además mola comprarse las cosas que a uno le gusta. Hacer la compra es parte del mínimo que tenemos que hacer.
Y sobre el baño con las criaturas, pues si te bañas con ellas es también divertido y puede ser relajante y favorecer el vínculo. Es otro mínimo a hacer.
Muchas otras tareas cuestan más porque implican un cambio sustancial del guión. Fregar, lavar ropa, tender, planchar, coser, limpiar en profundidad baño o cocina, ir a la tutoría o reunión pedagógica del colegio, al pediatra, cortar las uñas, ordenación de la ropa, recogida de la escuela, informarse sobre nutrición, educación, pedagogías o búsqueda de grupos de apoyo para la crianza y tantas otras cosas que mayoritariamente hace la mujer por ser parte de un modelo que urge verlo como caduco y obsoleto y que debemos superar.
8. Feminismo
Una sociedad que concilia es una sociedad igualitaria, ¿deberíamos ser todos feministas?
E. P.: Sin duda. Los Feminismos son muchos pero todos abogan por una sociedad más igualitaria y justa y esa debería ser tarea común para mujeres y hombres.
J.D: Sí, efectivamente, todos debiéramos ser feministas. Yo al menos así me he declarado públicamente hace 5 años y fue una de las primeras cosas que introduje en los grupos presenciales de #siloshombreshablasen hace 3 años y así he tenido que hacerlo en numerosas ocasiones y sigo haciéndolo pues nadie mejor que el feminismo ha luchado y lucha por una sociedad de pares y de iguales en derechos y oportunidades.
Y es la razón principal por la que creo que es importante que los hombres nos posicionemos como feministas entendiendo lo que es el feminismo y sumándonos al cambio que desde ahí se intenta realizar y que no ha llegado aún. Creo fundamental vivir en el activismo y eso es participar de las acciones y apoyar a quienes las representan no circunscribiéndolo a los “me gusta” de las redes y a los antagonismos y alborotos del que se nutren tantas personas para cubrir necesidades personales de reconocimiento, para hacerse publicidad de sus emprendimientos o ganar adhesión social, apoyo emocional o sencillamente ser oído.
Por ello mi feminismo y mi deseo de una construcción de una masculinidad igualitaria me llevó a crear #siloshombreshablasen y a apoyar y hacerme socio, con orgullo, de iniciativas a las que animo apoyar como las de:
- AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género)
- PPiiNA (Plataforma de Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción)
- EPEN (El Parto es Nuestro)
¿Consideráis que a las mujeres les cuesta delegar o esto es parte de una leyenda urbana?
E.P.: Siempre hay un depende en estas cuestiones, pero si hablamos de realidades estadísticas sin duda todavía hay ciertas resistencias a delegar y en especial en temas relacionados con la crianza. En realidad tiene una explicación psico-social, las tareas, el hogar y la crianza son durante milenios el único reino de poder de las mujeres y que los hombres entren en él aunque sea con el sano propósito de compartir la carga y hacer las cosas en justicia, sigue generando cierto recelo y resistencia.
J.D.: Siempre cuesta delegar cualquier tarea que uno esté acostumbrado a hacer y el otro no. Delegar implica confianza, paciencia, acompañamiento y cierta relación de paridad que rara vez ocurre en la vida. No creo que sea una cuestión de género sino de generosidad , de humanidad y de autocuidado.
10. Medidas a tomar
Y por último, ¿cuál es el paso más urgente que debería darse?
E.P.: La educación. La prevención de los machismos. Invertir en Igualdad y en justicia social.
J.D.: Si buscamos la igualdad, si creemos en la conciliación y optamos por la corresponsabilidad el paso más urgente es preguntarse ¿qué puedo hacer yo para generar el cambio? El cambio ha de nacer en uno mismo y ver que puede aportar más allá de conversaciones, retuitear, dar “me gusta” o despellejar a los demás a nivel político o virtual. Personalmente pienso que tiene sentido construir difundiendo y apoyando a quién lleva tiempo trabajando en divulgar y proponer medidas reales y tangibles de cambio.
Emprendimientos como el de El Parto es Nuestro cuyo trabajo amplia el conocimiento y comprensión de las primeras violencias y desigualdades de la vida de los seres humanos. Es necesario informarse de lo que les pasa a las mujeres, a los bebés y en menor medida pero también a los hombres en los procesos de concepción, gestación, parto, puerperio y crianza de nuestras familias y tomar conciencia de dicha violencia y desigualdad para ver como erradicarla de una vez. Un paso es asociarse para promover el trabajo que hacen.
Asociarse a la PPiiNA, la plataforma principal que ha conseguido poner este debate en el congreso y se está hoy estudiando va a necesitar de más apoyos y recursos que podemos poner quienes creemos de corazón en que urge hablar de igualdad, conciliación y corresponsabilidad.
Apoyar el trabajo de las asociaciones de hombres como AHIGE que luchamos para dar voz a un nuevo tipo de hombre trabaja en desprogramar el modelo heredado y necesita crecer para ofrecer un espacio de deconstrucción de la masculinidad tradicional en pos de una más igualitaria, justa y amable para con nosotros mismos y el mundo que nos rodea.
En suma, hacer algo, ya, hoy y no postergándolo por ser una lectura densa sino abrazando un movimiento necesario y urgente que afecta a la salud y al bienestar de nuestras familias.